El Yin yoga rescata el yoga más ancestral y meditativo y lo combina con prácticas taoístas chinas y la ciencia occidental. Las posturas o asanas se mantienen de forma prolongada. La presión, la lentitud y la suavidad de cada postura benefician a tejidos más profundos como articulaciones, ligamentos y redes fasciales. Las secuencias desbloquean y activan los meridianos (canales energéticos), los órganos y el tejido reticular fascial.

El tiempo prolongado en las asanas permite conectar con los aspectos más meditativos de la práctica y favorece la atención plena en las sensaciones.